Vida en plena calle. Por Paola Troz


Luego de una hermosa mañana de adoración con los niños del Hogar Fé Viva, salí con prisa para otro lugar al que ya iba tarde.

Venía algo  cansada y cargando mil cosas en las manos, la guitarra sin su  estuche, el bolso lleno de dibujos y libros de cuentos junto con mi bolso personal, que ya de por sí siempre está bastante pesado.
Había dejado el carro parqueado como a dos cuadras del lugar, pues al llegar no había estacionamiento cerca.

Buscaba las llaves del carro que para variar no encontraba y debía apurarme pues como si fuera poco ya estaba por iniciar un aguacero fuerte.

Había dejado uno de mis aretes en el hogar  y debía devolverme para recogerlo, pero estaba tan apurada y con tanto peso en mis manos que incluso estando casi al frente del lugar, decidí recoger mi arete la próxima vez que les visitara.

Mientras caminaba esas dos cuadras apresurara en  media calle, hubo algo que si hizo que me detuviera  sin dudarlo un minuto.

A veces basta con caminar 5 minutos en plena calle para encontrar grandeza adonde menos nos imaginamos...

Brilló como si fuera oro, o como si fuera un oasis en medio del desierto. 

Un  bouquet de flores  que salían de un pequeño árbol plantado en media acera.

  Me gritó:

Alto! Detente!... 

Observa y no corras tanto!





Me detuve de inmediato para contemplarlo como merecía.

Respiré y proseguí a desocupar
 mis ocupadas manos.

Volvía a respirar  y decidí no ver el reloj ni una sola vez más para
poder tomarle una foto con tranquilidad.

Era un regalo del cielo para todo el que pudiera tomar un minuto para apreciarlo...

Un minuto que parecía haberse desvanecido hacía muchos minutos.
Un minuto en el que olvidé  cuántos segundos le cabían dentro.

Era un regalo del cielo en ese día para mi.

En medio de  tantos carros, construcciones, personas que corrían como yo, smog, ruido y suciedad.

Ella renacía y florecía con tanta paz y belleza...

Florecía desde las ramas inferiores  del pequeño y floreado árbol.

Florecía aunque no estuviera en el lugar adecuado.

Y era claro que a  ella nada la podría detener, era imposible;
Pero ella  con esa belleza y esa paz, sí logró detenerme a mi.

Logró detener mis dudas, mis preocupaciones, mis inseguridades y mis temores internos.
Logró detener mi inquieto reloj.


¿Cómo podría negarme a disfrutar de  esa naturaleza que ya le  había sido dada  por El Ser Supremo para que la luciera en plena calle?

No había manera de esconderla u ocultarla.
Saltaba a la vista casi insolente en su intención!

Ella  simplemente fué lo que debía ser, sin negar esa naturaleza perfecta impregnada en cada poro, en cada pétalo, en cada pequeña rama que se desprendía de todo su esplendor.

Tenía vida en plena calle y esa vida traía una importante diferencia al entorno


No le  importó  el lugar donde estaba ubicada,
No le importó  todo lo que le rodeaba.
Todo lo que no se parecía a ella y era tan diferente.


Me hablaba tanto sin decir una sola palabra...


Me recordaba los propósitos Celestiales destinados para cada uno de los hijos de Dios.



Esos hijos que no se dan por vencidos en medio del caos o las circunstancias.

Esos hijos que dan por gracia lo que por gracia han recibido, tal y como Jesús nos enseñó.

( Mateo 10:8)

Esos hijos que reconocen la grandeza del Padre Celestial  en medio de una apresurada vida, y hacen lo que fueron enviados a hacer a pesar de no tener las condiciones ideales de crecimiento  o el lugar perfecto para desarrollarse.

Ese hermoso bouquet era algo así como  mi regalo, mi recompensa después de una mañana de trabajo a Mi Padre Celestial.

Un remanso de gozo en medio de mis propias carreras del día, en medio de tantas de mis propias preguntas sin respuestas hasta ese minuto de quietud.

Un bouquet que probablemente en una floristería hubiera tenido que pagar para disfrutarlo, pero que en ese especial momento se me recordaba directo al corazón que disfrutarlo era gratuito y dependía de la disposición de mi corazón para hacerlo.

Y dependía de la disposición de tiempo que le diera para entender en el Espíritu lo que me quería enseñar Dios con eso.


Percibí  Su Suave y dulce voz  diciendo:

Yo veo tu esfuerzo,

Yo veo tu trabajo,

Yo veo tu corazón,

Yo te veo SIEMPRE.


Así que no importa lo que estés haciendo para Dios en el lugar que estés, no importa si es reconocido por muchas personas o no; Sigue adelante aún cuando te sientas cansado y no permitas que el entorno limite la grandeza que Dios ya depositó dentro de tu ser.

Sus Ojos están puestos en Sus hijos siempre! 
Así que si ese hermoso bouquet pudo, yo lo intentaré también!! 



 Surgirá esa grandeza si crees, si esperas en El , si confías en Sus tiempos perfectos.
Sus tiempos de extensión y de llevarte más allá de las circunstancias limitadas que se pueden ver  por momentos y son temporales.


En Su amor y su tiempo Dios traerá Paz y belleza que te recordará que El no ve con los ojos que ven los hombres, El no ve las limitaciones y las circunstancias alrededor que hacen parecer las cosas imposibles o inalcanzables;  porque El siempre ve más allá y extiende las  estacas y el territorio adonde se encuentran sus amados y cuidados hijos para intentar enseñarles  a ver como El ve.

Por eso,

Alto! Detente!...

Observa y no corras tanto!

Aprende a ver como el quiere que veas y aprende a  escuchar más Su Voz en quietud  para comprender hacia donde quiere dirigir tu vida hoy.

Aprende a reconocer la grandeza que Dios ya depositó dentro de tu ser!




El ve tu esfuerzo, tu trabajo y tu corazón; porque 
EL te ve SIEMPRE!





"La gloria postrera de esta casa será mayor que la primera, ha dicho Jehová de los ejércitos; y daré paz en este lugar, dice Jehová de los ejércitos. "
Hageo 2:9









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