La danza con el mar... Por Paola Troz
Siempre he disfrutado el mar de una manera muy especial, así que cada vez que estoy en la playa me exijo a mi misma un tiempo a solas frente al mar.
Durante unas vacaciones en la playa , me aparte del mundo con una cómoda silla de playa y un delicioso café, mientras comenzaba a caer la tarde.
Además me equipe con el lápiz y el papel en mano que por supuesto eran indispensables para la ocasión; y algo más que no me podía faltar eran las inmensas ganas de
conversar …
A los minutos de estar instalada, se ubicó frente a mi un grupo de surfistas listos para sumergirse a buscar olas.
Observé cuidadosa porque comprendí de inmediato que algo importante iba a aprender.
Esa esperada conversación estaba por iniciar...
Me llamó la atención su confianza al entrar al mar.
Cada uno de ellos llevaba su tabla , sabiendo exactamente lo que debía hacer, nadando mar adentro y contra corriente; exigiéndose ellos mismos un gran esfuerzo físico y mental para llegar al lugar de espera, un lugar más tranquilo, lejos de las inquietas y enormes olas.
Al llegar hasta aguas más profundas, mar adentro, los surfistas quedaban solos. Flotando solo con sus tablas y con su corazón a la intemperie en un enorme mar.
Vulnerables, pero listos para tomar su oportunidad con forma de ola de mar en el momento adecuado.
Cuando la ola impetuosa e ideal aparecía, todos buscaban la manera de tomarla.
Muchos de ellos la reconocían de inmediato y la podían desear con todas sus fuerzas, pero solo uno la lograba alcanzar.
Simplemente se convertían en las personas más felices del mundo en ese momento; y la disfrutaban como si nunca más tuvieran esa misma oportunidad, como si las olas se fueran a acabar.
Tomar la decisión de sumergirse mar adentro no es sencilla, pues siempre trae un grado mínimo de ansiedad o incertidumbre sobre lo que vaya a suceder porque no es un ambiente del que podamos tener control alguno.
Genera una sensación de respeto, de cautela y fascinación al mismo tiempo;
pero entendí que Dios no nos va a enviar hacia aguas más profundas sin equiparnos correctamente con las herramientas básicas no solo para sobrevivir, y para conquistar; sino para mostrarnos que hay algo más allá...
"El es quien revela lo profundo y lo escondido; conoce lo que está en tinieblas, y la luz mora en el"
Daniel 2:22
En la vida pasa algo similar, debemos entrar de frente y con confianza a los retos que en un principio quieren obstaculizar nuestro avance y crecimiento personal o espiritual.
Puede ser intimidante al principio, pero conforme se avanza con confianza y con la herramienta correcta se descubre que las situaciones adversas así como las olas vienen y van y se desvanecen más rápido que la espuma de mar.
Es importante aprender a reconocer esas oportunidades en nuestra vida espiritual, tomarlas, danzar con ellas y disfrutarlas de la maravillosa manera que Dios quiere porque El quiere vernos brillar!!
En lo profundo somos vulnerables pero solo ahí descubrimos maravillas nunca antes encontradas...
No dependemos de nuestras cualidades porque al nadar sabemos que nuestra capacidad proviene solo de Su amor y Su misericordia.
Llega más profundo...
Permítele que te lleve de Su mano. Equípate.
Durante unas vacaciones en la playa , me aparte del mundo con una cómoda silla de playa y un delicioso café, mientras comenzaba a caer la tarde.
Además me equipe con el lápiz y el papel en mano que por supuesto eran indispensables para la ocasión; y algo más que no me podía faltar eran las inmensas ganas de
conversar …
Conversar a solas con Mi Padre Celestial.
A los minutos de estar instalada, se ubicó frente a mi un grupo de surfistas listos para sumergirse a buscar olas.
Observé cuidadosa porque comprendí de inmediato que algo importante iba a aprender.
Esa esperada conversación estaba por iniciar...
www.culturasolar.org
Me llamó la atención su confianza al entrar al mar.
Cada uno de ellos llevaba su tabla , sabiendo exactamente lo que debía hacer, nadando mar adentro y contra corriente; exigiéndose ellos mismos un gran esfuerzo físico y mental para llegar al lugar de espera, un lugar más tranquilo, lejos de las inquietas y enormes olas.
Al llegar hasta aguas más profundas, mar adentro, los surfistas quedaban solos. Flotando solo con sus tablas y con su corazón a la intemperie en un enorme mar.
Vulnerables, pero listos para tomar su oportunidad con forma de ola de mar en el momento adecuado.
Cuando la ola impetuosa e ideal aparecía, todos buscaban la manera de tomarla.
Muchos de ellos la reconocían de inmediato y la podían desear con todas sus fuerzas, pero solo uno la lograba alcanzar.
Solo uno lograba con una maravillosa gracia “danzar con el mar”.
Veía como al hacerlo, brillaban sus vidas,
brillaban sus rostros.
Simplemente se convertían en las personas más felices del mundo en ese momento; y la disfrutaban como si nunca más tuvieran esa misma oportunidad, como si las olas se fueran a acabar.
Mientras observaba esa danza, una frase latía acelerada en mi corazón:
“Para danzar con el mar, primero debes sumergirte en aguas más profundas …”
Tomar la decisión de sumergirse mar adentro no es sencilla, pues siempre trae un grado mínimo de ansiedad o incertidumbre sobre lo que vaya a suceder porque no es un ambiente del que podamos tener control alguno.
Genera una sensación de respeto, de cautela y fascinación al mismo tiempo;
pero entendí que Dios no nos va a enviar hacia aguas más profundas sin equiparnos correctamente con las herramientas básicas no solo para sobrevivir, y para conquistar; sino para mostrarnos que hay algo más allá...
"El es quien revela lo profundo y lo escondido; conoce lo que está en tinieblas, y la luz mora en el"
Daniel 2:22
En la vida pasa algo similar, debemos entrar de frente y con confianza a los retos que en un principio quieren obstaculizar nuestro avance y crecimiento personal o espiritual.
Puede ser intimidante al principio, pero conforme se avanza con confianza y con la herramienta correcta se descubre que las situaciones adversas así como las olas vienen y van y se desvanecen más rápido que la espuma de mar.
Debemos aprender a tener la habilidad de usar las herramientas que nos han sido entregadas en nuestras manos, como la oración, la adoración y Su palabra, para no luchar equivocadamente; sino más bien para aprender a danzar sobre ellas como si fueran esa tabla que nos puede rescatar y nos muestra cómo danzar con el mar.
Las oportunidades para triunfar, avanzar y crecer en Dios, así como las olas, nunca acabarán.
Siempre habrá más… Mas olas para danzar!
Mas olas para conquistar.
Mas olas para conquistar.
Lo ideal es hacerlo bajo la guianza de Nuestro Padre Celestial para encontrar los tesoros de la profundidad...
"Así conocerán el misterio de Dios, es decir a Cristo, en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y el conocimiento" Colosenses 2:3
Es importante aprender a reconocer esas oportunidades en nuestra vida espiritual, tomarlas, danzar con ellas y disfrutarlas de la maravillosa manera que Dios quiere porque El quiere vernos brillar!!
Brillar en su luz...
Brillar en lo profundo
Brillar mientras danzamos con el mar...
Quiere vernos sumergidos y equiparnos para que al salir de esas aguas, estemos más fortalecidos en EL!
Su mano te guardará y te acompañará para que puedas sumergirte con confianza en aguas más profundas donde se aprende a depender única y exclusivamente de EL.
Donde se aprende de fortaleza en ambientes que no podemos controlar y a disfrutar la esencia real de la danza con el mar.
Donde se aprende de fortaleza en ambientes que no podemos controlar y a disfrutar la esencia real de la danza con el mar.
En lo profundo somos vulnerables pero solo ahí descubrimos maravillas nunca antes encontradas...
No dependemos de nuestras cualidades porque al nadar sabemos que nuestra capacidad proviene solo de Su amor y Su misericordia.
Si hoy estás en ese lugar, justo frente al mar y sabes que debes avanzar,
hazlo con confianza y asegúrate de equiparte correctamente.
Llega más profundo...
Permítele que te lleve de Su mano. Equípate.
En lo profundo te reencontrarás con una nueva y extraordinaria faceta de Tu Padre Celestial.
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