Lo mejor del trigo. Por Paola Troz
La historia de Rut en la biblia, me gusta mucho porque nos
cuenta de una mujer tenaz que permaneció fiel y comprometida a una
situación que tal vez no quería, o no era agradable para ella misma, pero que por alguna razón le hizo permanecer
gracias a un amor genuino.
Una mujer
con la suficiente sumisión así como la suficiente entereza de carácter para decirle a su insistente suegra: No me iré, yo permaneceré
a tu lado. Rut 1:16
No tenía que hacerlo, pero lo hizo.
Permaneció.
Sumisión, entereza de carácter y valentía...
Sumisión para dejar su pueblo, sus
costumbres y hasta su propia familia entregándole
su vida entera a una mujer anciana, su suegra.
Ambas según lo narra la historia habían
perdido a sus esposos y tuvieron que volver a Belén
estando bastante lejos, en busca de alimento.
Entereza de carácter para enfrentar el temor tan
grande que podía hacerle sentir tener que
salir a buscar durante la cosecha de cebada el grano que sobrara para alimentarse
ella y su suegra y poder subsistir.
Valentía, porque esos tiempos no eran fáciles y mucho menos para dos mujeres solas que tendrían que enfrentarse a la vida y a la sociedad cruel.
Noemi ,
la suegra de Rut sabía quién era Su Dios, sabía cuál era su pueblo y supo sembrar en el corazón de Rut ese maravilloso regalo.
Ella sabía que ese Dios estaba a su lado, sabía que El Padre Celestial sería Su proveedor, y así fué.
Dios se
encargó de todos los detalles de las
vidas de estas mujeres históricas.
Se
encargo de proveerles, y hacerlo
abundantemente dándoles lo
mejor del trigo.
Se encargo de devolverles dignidad y una posición y de recordarles que no estaban desamparadas.
Pero en
realidad son un equilibrio necesario
que se convierte en un buen patrón a imitar porque esta
historia es el reflejo absoluto de como Dios honra y se complace con el corazón correcto de una mujer.
Un corazón que se despoja de todo
orgullo, que no busca lo suyo como prioridad y que se entrega y confía en Dios.
Un corazón que
Permanece en Dios.
Permanece en Su Palabra.
Permanece en Fé y en esperanza.
Dios
pudo marcar la vida de Rut a través de actos y vivencias de la
propia familia de Noemi.
Hasta el punto que Rut misma con mucha decisión y convicción le dijo a
su suegra:
"Porque iré adónde tu vayas, y viviré donde tú vivas.
Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios será mi Dios" Rut 1:16
Rut es
una mujer que me hace pensar en todo lo que me hace falta aprender aún.
Una mujer
que inició recogiendo las sobras de los
campos pero terminó cosechando lo mejor del
trigo.
Alguien en quien Dios pensó incluso gracias a sus características
para ser parte de la descendencia del
mismo rey David.
Ella sembró su juventud y su belleza
para amar y luchar por el bienestar de su suegra y de ella misma, logrando cosechar los regalos de Dios.
Dios vio su corazón y la honró dándole sin duda lo mejor del trigo.
Cuántas tendrán ese espíritu afable y
apacible del que habla Pedro cuando dice :
" Que su belleza sea más
bien la incorruptible, la que procede de lo íntimo
del corazón y consiste en
un espíritu suave y apacible. Esta sí
que tiene mucho valor delante de Dios"
1 Pedro 3:4
Qué gran reto para todas
las mujeres aprender de las características de Rut.
Esas características pueden abrir las puertas de los cielos para traer la bendición de Dios a nuestros hogares.
Mientras
leía el final de los salmos
encontré esta hermosa promesa que Dios le hizo a David el salmista, quien
fuera descendencia de esta valiosa y apreciada mujer, Rut:
"El refuerza los cerrojos de tus puertas y bendice a
los que en tí habitan.
El trae la paz a tus fronteras y te sacia con lo mejor del trigo."
Salmo 147: 13-14
Lo mejor del trigo.
Lo mejor de Dios .
Qué gran bendición hay en esta promesa que Dios le da a David, una
promesa que quiero hacer mía el día de
hoy. Cuando necesitamos tanto de esa paz en nuestros hogares y de esa protección
en medio de un mundo que parece desplomarse ante nuestros ojos.
Rut no pudo imaginarse la repercusión de su sumisión, su
entereza de carácter y su valentía.
Hoy nosotras lo podemos ver, y oro porque lo podamos valorar
para nuestras propias vidas y tengamos el discernimiento y la sabiduría
adecuadas para aplicarlo correcta y sanamente en nuestro diario caminar como mujeres, ya sea que seamos madres o no. Como esposas, como trabajadoras, como líderes y como Hijas de Dios.
Oro porque podamos ser mujeres que invitan a Dios a bendecir
nuestras futuras generaciones a través de nuestras acciones correctas y nuestra adoración en espíritu y verdad.
Parte de
mi oración
se centraba en pedirle a Dios esa belleza interior, no la que alagan las
personas sino más bien la belleza que lo honra a El y a nadie más.
La belleza que en lo secreto Dios puede disfrutar.
Esa belleza incorruptible de la que aún tengo mucho por aprender y con la que me falta mucho caminar.
Esa
belleza que no habla verse bien o mal.
Sino más bien de ese corazón que cautiva a Un Dios
Perfecto al punto de que no puede resistir todo su infinito amor y grandeza y gustoso honra con lo mejor del
trigo a sus hijas y las sorprende con sus infinitas misericordias cada nuevo día.
Como a Rut la sorprendió.
Una pequeña oración:
Amado Padre Celestial ,permite que mi corazón
te agrade y te complazca.
Que pueda
convertirme en una mujer con el equilibrio celestial que solo proviene de tu
mano para tener en las dosis correctas la sumisión,
la entereza de carácter
suficiente y la valentía que aun no
descubro en mi para honrarte en cada paso y con cada actitud en mi hogar, en mi
familia, y en cada lugar que me confíes
estar y compartir de tu palabra.
En el nombre de Jesús,
amén.
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