Los ojos del colibrí. Por Paola Troz.
Una vez mientras corría, me detuve debajo de un árbol de mango a estirar. Mientras estiraba, escuché el chillido de un colibrí .
El pequeño colibrí estaba muy quieto descansando en una de las ramitas del árbol de mango, y aún así me hacía notar su presencia con su constante chillido.
Nos contemplamos uno al otro con cautela. Sus ojos tan pequeños no dejaban de mirarme. Me asustó un poco su determinación y su fijación, pero su belleza me impactó aún más. Seguí disfrutándolo fijamente.
Nunca tuve un ave tan pequeña tan de cerca de mí, en mi vida; y jamás había tenido la oportunidad de ver tan de cerca los ojos de un colibrí…
Tuve toda su atención. Me impactó ese momento, me hizo sentir especial mi nuevo amigo el colibrí.
De igual manera sucede con todo lo que consideremos pequeño en nuestras vidas. Tal vez creamos que no es suficiente, que no es importante o que no generará ningún impacto.
En los pequeños detalles o acciones de bien siempre hallaremos grandes tesoros, grandes enseñanzas, grandes desafíos.
Puede ser que no muchas personas tengan la capacidad de notar los pequeños detalles que con esfuerzo se trabajan día a día, pero sin duda entendí que Mi Padre Celestial sí que los nota, sí que conoce ese esfuerzo y esa dedicación; y esos pequeños detalles no solo nacen del corazón de Dios, sino que pueden marcar una gran diferencia en la vida de alguna persona.
Esas pequeñas cosas, así como los pequeños ojos de un colibrí, no pueden verse con facilidad pero si Dios mismo te permite disfrutarlas, y si puedes realmente apreciarlas con cautela, y notarlas con precisión, estoy segura de que te sorprenderá el gran impacto que pueden generar.
En las pequeñas cosas, podemos descubrir a un GRAN DIOS.
Hebreos 6:9-12
El pequeño colibrí estaba muy quieto descansando en una de las ramitas del árbol de mango, y aún así me hacía notar su presencia con su constante chillido.
Nos contemplamos uno al otro con cautela. Sus ojos tan pequeños no dejaban de mirarme. Me asustó un poco su determinación y su fijación, pero su belleza me impactó aún más. Seguí disfrutándolo fijamente.
De un momento a otro abrió sus alas rápidas y se desplazó con maravillosa agilidad hasta quedar frente a frente conmigo; luciendo su belleza, y casi como adivinando que pensaba que era precioso.
El mundo se detuvo por instantes con el colibrí frente a mi rostro; ¿ Será que huelo a rosas?¿ Me estará analizando? ¿Me va a atacar?... Fue algo así como un encuentro cercando del tercer tipo.Nunca tuve un ave tan pequeña tan de cerca de mí, en mi vida; y jamás había tenido la oportunidad de ver tan de cerca los ojos de un colibrí…
Sus ojos, tan pequeños!
Tuve toda su atención. Me impactó ese momento, me hizo sentir especial mi nuevo amigo el colibrí.
Luego del encuentro, al irme a correr pensaba en sus pequeños ojos y Dios me mostró algo:
Las pequeñas cosas tienen el poder de generar grandes impactos…
Pero la verdad es que no es así. Sí lo hará.
En los pequeños detalles o acciones de bien siempre hallaremos grandes tesoros, grandes enseñanzas, grandes desafíos.
Con algún gesto por más pequeño que parezca, podemos impactar grandemente el mundo de otro ser humano para bien, para bendición.
Esas pequeñas cosas, así como los pequeños ojos de un colibrí, no pueden verse con facilidad pero si Dios mismo te permite disfrutarlas, y si puedes realmente apreciarlas con cautela, y notarlas con precisión, estoy segura de que te sorprenderá el gran impacto que pueden generar.
Esas “pequeñas” grandes cosas, sin duda pueden permitir que así como se desplaza el colibrí, tu alma pueda hacerlo igual, con rapidez y agilidad para alcanzar el fruto dulce que brindan la alegría y la paz real… para alcanzar el vuelo eterno que conduce a la libertad…
En las pequeñas cosas, podemos descubrir a un GRAN DIOS.
"Pero en cuanto a vosotros, oh amados, estamos persuadidos de cosas mejores, y que pertenecen a la salvación, aunque hablamos así.
Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún.
Pero deseamos que cada uno de vosotros muestre la misma solicitud hasta el fin, para plena certeza de la esperanza, a fin de que no os hagáis perezosos, sino imitadores de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas."
Hebreos 6:9-12
Muy hermoso relato. Paola estoy escribiendo un libro sobre colibríes
ResponderEliminary me gustaría muchisimo compartir algo de tu testimonio. Ojala leas mi comentario
y me des tu permiso. mi correo es ucymen@yahoo.com.mx