Los ojos del colibrí. Por Paola Troz.

Una vez mientras corría, me detuve debajo de un árbol de mango a estirar.  Mientras estiraba, escuché el chillido de un colibrí .

 El pequeño colibrí estaba muy quieto descansando en una de las ramitas del árbol de mango, y aún así me hacía notar su presencia con su constante  chillido.

Nos contemplamos uno al otro con cautela. Sus ojos tan pequeños no dejaban de mirarme. Me asustó  un poco su determinación y su fijación, pero su belleza me impactó aún más. Seguí disfrutándolo  fijamente.
De un  momento a otro abrió sus alas rápidas  y se desplazó con maravillosa agilidad  hasta quedar frente a frente conmigo;  luciendo su belleza, y  casi como adivinando que pensaba que era precioso.
El mundo se detuvo por instantes con el colibrí frente a mi rostro; ¿ Será que huelo a rosas?¿ Me estará  analizando?  ¿Me  va a atacar?... Fue algo así como un encuentro cercando del tercer tipo.

Nunca  tuve un ave tan pequeña  tan de cerca de mí,  en mi vida;  y jamás había tenido la oportunidad de ver tan de cerca los ojos de un colibrí…  



Sus ojos,  tan pequeños!


Tuve toda su atención. Me impactó  ese momento, me hizo sentir  especial mi nuevo  amigo el colibrí.


Luego del encuentro,  al irme a correr  pensaba en sus pequeños ojos y  Dios me mostró algo:
Las pequeñas cosas  tienen el poder de  generar grandes impactos…

De igual manera sucede con todo lo que consideremos pequeño en nuestras vidas. Tal vez creamos que no es suficiente, que no es importante o que no generará ningún impacto. 


Pero la verdad es que no es así. Sí lo hará.

En los pequeños detalles o acciones de bien  siempre hallaremos grandes tesoros,  grandes  enseñanzas, grandes desafíos.


Con algún gesto por más pequeño que parezca, podemos impactar grandemente el mundo de otro ser humano para bien, para bendición.

Puede ser que no muchas personas tengan la capacidad de notar los pequeños detalles que con esfuerzo se trabajan día a día, pero sin  duda entendí que  Mi Padre Celestial sí que los nota, sí que conoce ese esfuerzo y esa dedicación;  y esos  pequeños detalles no solo nacen del corazón de Dios,  sino que  pueden  marcar una gran diferencia en la vida de alguna persona.

Esas pequeñas cosas, así como los pequeños ojos de un colibrí, no pueden verse con facilidad  pero si Dios mismo te permite disfrutarlas,  y si puedes realmente apreciarlas  con cautela, y  notarlas con precisión,  estoy segura de que te sorprenderá  el gran  impacto que pueden generar.


Esas “pequeñas”  grandes cosas,  sin duda pueden permitir que así   como se  desplaza el colibrí, tu alma pueda hacerlo igual,  con rapidez y agilidad  para  alcanzar el fruto dulce que brindan  la alegría y la paz real…  para alcanzar el vuelo eterno  que conduce a la libertad…






En las pequeñas cosas, podemos descubrir a un GRAN DIOS. 



"Pero en cuanto a vosotros, oh amados, estamos persuadidos de cosas mejores, y que pertenecen a la salvación, aunque hablamos así.
 Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún.
Pero deseamos que cada uno de vosotros muestre la misma solicitud hasta el fin, para plena certeza de la esperanza, a fin de que no os hagáis perezosos, sino imitadores de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas."

Hebreos 6:9-12

Comentarios

  1. Muy hermoso relato. Paola estoy escribiendo un libro sobre colibríes
    y me gustaría muchisimo compartir algo de tu testimonio. Ojala leas mi comentario
    y me des tu permiso. mi correo es ucymen@yahoo.com.mx

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