Cuando mis alas se caen. Por Paola Troz.

Mis tres sobrinos viven  en Argentina, bastante lejos. Son tres maravillosos niños a quienes amo profundamente y los momentos que compartimos juntos, se atesoran de una manera  más intensa y profunda en el corazón. Son momentos únicos que me alivian al pensar en ellos y al  extrañarlos tanto.

Recuerdo uno en particular estando en Argentina con “Mía”,  mi sobrina.
 Ella es una niña absolutamente bella, con una personalidad muy definida y única. 
 Muy dinámica y decidida cuando algo está entre sus planes.

Creo que tengo mucho que aprender de esta pequeñita intrépida...

Se levantaba de primera en las mañanas y lo primero que hacía era ponerse un lindo disfraz de princesa con alas de angelito.  

Andaba con el traje por horas.
Una de esas mañana me levanté temprano y  mientras jugaba con mis sobrinas Mía y Emma  en sus trajes de princesas, ambas  tuvieron una discusión.
 Yo me limité a  disfrutar de la escena mientras  discutían porque no tenía ni idea de qué hacer… 

Mi amor por ambas no me permitía apoyar a una más que a la otra, y la verdad era tan divertido escucharlas discutir  con su acento argentino!
De un momento a otro Mía dio media vuelta y se fué  casi vencida con sus alas caídas y sus  bellos rizos  desordenados.   


Simplemente no quiso luchar más,  no quiso jugar más…

yo me apresuré a tomar esta foto justo al momento de su retirada...





Creo que hay momentos  en los que me he sentido así;  con toda la fuerza y el dinamismo para usar mi traje de princesa  por la vida y encontrarme con situaciones que no sé manejar; incluso encontrarme en diferencias importantes con personas que amo y con quienes no logro llegar a tener acuerdos esperados o gratificantes.
Situaciones que por alguna razón hacen que mis alas se  caigan y que mi corazón ya no quiera  jugar más…

Situaciones que me hacen pensar en  dar media vuelta y retirarme del campo sin volver a ver atrás.

Como Mía ese día...


Sin embargo como hijos de Dios debemos recordar que su Luz  está con nosotros, vive en nosotros y no podemos olvidar el traje que llevamos puesto, ese traje  que  lucimos y nos distingue en todo momento.

 Porque el  amor de Dios siempre está  expectante  a las  reacciones que  vamos a tener  como embajadores de Su nombre en nuestro diario vivir.
El amor es el cumplimiento de la ley.( Rom 13:10)


… “ por eso dejemos  a un lado las obras de la oscuridad y pongámonos la armadura de la luz” Romanos 13:12 "

...más bien revístanse ustedes del Señor Jesucristo y no se preocupen por satisfacer los deseos de la naturaleza pecaminosa”
 Romanos 13: 14


Aun cuando  nuestro corazón sienta que sus alas caen… la gracia del Padre Celestial ya nos sostiene entre sus brazos a cada instante, lista para revestirnos cada día y aumentar nuestras fuerzas y ánimos aún cuando no creamos que así puede suceder.
Contamos con Su Presencia consoladora  por lo que podemos  buscarla con sinceridad para restaurarnos y darnos nuevas fuerzas; 

 para darnos nueva esperanza, nueva luz y sobre todo  muchas ganas de volver de nuevo al juego!!


El corazón de un niño olvida pronto, y sí,  una vez más debemos aprender a ser como niños, amar como niños y olvidar como niños para equilibrar nuestra vida y nuestro espíritu de manera que pueda sintonizarse correctamente con el cielo.


Luego de tomar la fotografía y respetar el espacio personal de mi amada Mía, me acerqué cuidadosamente para observar cómo se encontraba mi pequeña tras su arranque y su partida.
Con mucho cuidado la distraje y con juegos la volvía a atraer hasta donde pudiéramos estar todas juntas de nuevo sin divisiones o problemas.

Cuidando el corazón de ambas.

Dios hará lo mismo con nosotros cuando nuestras alas se caigan. 
Nos respetará el espacio sin descuidarnos ni un momento y en el momento oportuno nos atraerá nuevamente para abrazarnos con su gracia y su consejo cuidando siempre nuestro corazón.

Más pronto de lo que me imaginé... mis sobrinas, olvidaron sus diferencias y recordaron que el vínculo que las une es mucho mayor que ellas mismas...

Esto me ayuda tanto cada vez que mis alas se caen por una u otra razón porque tan pronto como aparecen los problemas y las diferencias en nuestras vidas, asimismo se van.

Y mucho mejor cuando interfiere Dios a nuestro favor porque no solo cuidará nuestras alas y nuestro traje, sino también nuestro corazón.



Ese día maravilloso e inolvidable para mí,  pudimos  seguir  disfrutando de una hermosa mañana de juegos y mucha diversion sin permitir que nada lo pudiera impedir...

No hubo más problemas ni más discusiones. Solo amor, risas y sobre todo perdón.




Por encima de todo vístanse de amor, que es el vínculo perfecto
Colosenses 3:14

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