Los 400 metros de mi vida. Por Paola Troz

 Correr siempre me hace pensar mejor, correr me hace sentir como si volara.
En los días difíciles busco mis tennis y vuelo... bueno corro...

Uno de esos días,   en  el lugar donde corro había competencias deportivas de 400 metros vallas, como un imán estas competencias me atrajeron de inmediato y no pude evitar detenerme a ver estos  atletas saltando obstáculos en la pista de correr olímpica.  

Al estar frente a esa enorme pista mis piernas deseaban volar! 

Me detuve y me maravillé por   la agilidad y la simplicidad con que lo hacían, lo hacían parecer tan fácil; pero como corredora sé que es algo que requiere de muchísimo esfuerzo, concentración y una formidable condición física.
Correr esa pista olímpica  completa sin parar a toda velocidad  y además saltando obstáculos, “vallas”   sin dejarlas caer, es todo un reto.

Dios  me  enseñó tanto con estas imágenes que contemplaba en vivo y a todo color en un momento determinante donde me sentía bastante vulnerable...

Vulnerable porque si no nos enfocamos en lo que Dios quiere  hacer en nuestras vidas, tendremos siempre la tentación de mirar hacia lo que otros alcanzan o las probabilidades que tienen otros de volar pero lo cierto es que cada persona lleva un ritmo diferente, cada persona tiene una condición física y espiritual diferente, cada persona tiene metas que alcanzar.

Lo bello de Dios es que sus propósitos para cada una de nuestras vidas independientemente de los dones, posibilidades , capacidades u oportunidades que tengamos es UNICO Y EXCLUSIVAMENTE diseñado para cada uno de sus hijos.

Comprendí  que en la carrera de mi vida siempre voy a  encontrar obstáculos  grandes, algunos los saltaré   con facilidad y otros  se derribarán  en el intento. Pero mi carrera es solo mía, de nadie más.
Probablemente falle aún cuando dedique  muchos días y muchas horas entrenando mi alma para no hacerlo, pero Su aliento me fortalecerá y mi perseverante entrenador no se apartará de mi lado.
 
 El secreto es no detenerse,  el secreto es continuar, aún cuando creamos que no podemos más y aunque las probabilidades parecen ser limitadas en ocasiones y con diferentes aspectos de nuestras vidas, no se puede olvidar jamás que las posibilidades son infinitas porque tenemos un Dios eterno!"
 
 
 



La mayor  competencia que tengo en mi vida sin duda alguna es conmigo misma;
 
Mi Padre Celestial es ese entrenador personal por excelencia  indispensable al lado para completarla con eficiencia.
 
Por eso intentaré cada día ser la mejor versión de mi misma que pueda ser... Para honrarlo en todo lo que emprenda.


 
Al leer sobre la reglamentación de los 400 metros vallas, descubrí  una extraordinaria frase que  me cubrió como un manto de paz y tranquilidad:

“Derribar vallas no descalifica al atleta en la competencia”.  

Que alivio! me puedo equivocar y puede ser que  derribe más  vallas de las que deseo,  pero  aún tengo oportunidad porque mi Padre Celestial  extenderá de una maravillosa forma mi camino para poder continuar y le dará nuevas fuerzas a mis piernas para que puedan volar.

Más que 400 metros…  queda una vida por recorrer, y aunque nadie valore tus esfuerzos o los apoye como esperas,  quiero decirte   que el Juez de amor por excelencia nunca descalificará  la lucha y el esfuerzo tan grande que realiza un corazón dispuesto a intentarlo una vez más, un corazón que decide  saltar vallas  con perseverancia en  la carrera que  tiene por delante para ganar.
 
Si en algún lugar ahnelo recibir una medalla y una sonrisa de orgullo... es en el cielo.
 
 
  “...Corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante...”
Hebreos 12:1 .

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