Piedras Preciosas. Por Paola Troz

Jesús estaba en el templo con todos sus discípulos y mientras los discípulos observaban la estructura externa del templo y las piedras preciosas que lo decoraban se sentían de alguna forma impresionados y complacidos al pensar que se trataba de un templo dedicado a Dios.

Jesús por su parte no observaba eso.. al fin y al cabo esas estructuras no podían impresionar al Hijo de Dios. 

Jesús observaba desde su divinidad otros templos, los corazones de quienes se encontraban visitando  el lugar.

Observo a las personas que parecían tenerlo todo y que ofrendaban en el templo con sus títulos de maestros de la ley y sus ropas ostentosas. Pero también observo a  una mujer que estaba sola y era viuda en ese mismo lugar. Ella  ofrendó todo lo que poseía,

dos moneditas de cobre…

Las cuales en ese momento no representaban un gran valor comercial .

Pero el corazón de esta mujer, fué el templo real  que impacto tanto a Jesús que no pudo evitar exaltarla en público.

"Les aseguro - dijo- que esta viuda pobre ha echado más que todos los demás. "

Lucas 21:3

Tal vez nadie la había visto,

tal vez nadie la reconocía por sus títulos o su estatus.

Tal vez nadie en ese lugar físico sabía que estaba sufriendo sola y depositando más que dos monedas de cobre en ese “templo físico lleno de estructuras”,
 ella depositaba lo que mueve el Reino de los Cielos en esta tierra...

 Ella depositaba su Fe.

Una Fe que se que en el cielo nuestro Padre Celestial ve como piedras preciosas que adornan Su majestad.

Jesús se concentró en ella, en su actuar.

Jesús vio y leyó su corazón,

el templo que realmente le interesaba a El ;

 y la exaltó entre todos los demás.

Dos monedas de cobre fué más que suficiente para impresionar al Rey de Reyes que se encontraba en ese lugar. 

No sé si la mujer se sorprendió de la reacción de Jesús al verla depositar todo lo que tenía,  o qué pudo haber pasado con la mujer después de ese día pero no dudo que su vida fuera transformada como la vida de todo aquel que se encuentra en su camino con Jesús al tener un corazón dispuesto y humilde; y no dudo que el corazón de esa mujer, como templo de piedras preciosas fuera aprobado en el mismo cielo a partir de ese momento.

Ella fué aprobada en la mismísima Presencia de Jesús.

Ella depositaba más que esas dos monedas...

ella estaba depositando su corazón lleno de Fe en Dios.

En ese lugar donde ella dejó  de ser una mujer viuda, anónima y pobre sin posesiones, para convertirse  en la Hija del Dios altísimo con un corazón hermoso, aprobado  y lleno de la fe que Honra al Padre.

Un corazón que brilla para Dios cual si fuera Piedras preciosas en sus manos.

Su corazón puro ...Un templo real.

Un templo que no fué construido para impresionar a los hombres porque fue hecho para Glorificar a Dios.

Ese es el templo en el que Dios fija sus ojos. 

Nuestros corazones.

Porque ahí es donde El quiere habitar!

En los Corazones que se entregan para entregar todo lo que tienen con Fe. 

Sin importar lo que psen los demás.

Corazones que se dan. Sin importar que a la vista de los ojos humanos sea poco o sin importancia o valor. Porque simplemente no se preocupan por  lo que piensen los demás.

Corazones que con su proceder no buscan reconocimientos personales, o títulos,  sino más bien darle la Gloria a Dios.

Corazones que al dar todo no esperan nada a cambio porque con su entrega solo quieren darle Honra al dueño de su templo más importante...

SU corazón.

¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros?

1 Corintios 3:16

Mi Oración de hoy.

Padre Celestial enséñame a preparar  mi corazón con actitudes que busquen siempre darte   Gloria y Honra.

No permitas que me distraiga ni a la derecha ni a la izquierda del lugar donde encuentro 

Tu aprobación.

Por favor Padre, enseña a mi corazón a  brillar  como piedra preciosa para que quieras siempre habitar ahí con la presencia de tu Espíritu Santo y que cada día te complazca

 con lo que pueda traer delante de Tu maravillosa Presencia que siempre será mi único  altar.

En el Nombre de Jesús, Amén.