Nuevo aire. Por Paola Troz



Hay días, personas y circunstancias que nos pueden hacer sentir asfixiados. 

Por lo general trato de identificar que cosas me angustian o traen ansiedad a mi vida y lucho con ellas en mi corazón y en mi mente para no darles ningún tipo de poder. 
Creo que a todos nos sucede en algún momento eso: luchamos con nuestra propia mente y contra esa  "clastrofobia social" que viene por las situaciones que se enfrentan a diario. Más después de un tiempo de pandemia como el que hemos enfrentado.

Pueden ser situaciones del ministerio, del hogar, del trabajo, de la economía o hasta del país donde vivimos.

Es necesario oxigenarse espiritualmente de manera obligatoria y de ser necesario casi que de manera diaria.
Desechando toda toxina espiritual que quiera instalarse en el corazón y cansar la fe.

Es vital salir, respirar tranquilos y tomar las cosas con calma.
Abriendo las ventanas de la casa y permitirle al aire entrar.

Que entre ese nuevo aire a oxigenar no solo nuestro cuerpo cuando lo sentimos rozar nuestra cara, sino también nuestro espíritu y aunque hoy parece difícil encontrar el tiempo para abrir esas ventanas para respirar ese aire puro en el ambiente, debemos buscar espacios donde literalmente podamos sacar todo lo que nos contamina y reemplazarlos por buscar tiempos de oxigenación espiritual para encontrarnos a solas con el Padre Celestial.


Tenemos todo a nuestro alcance para estar cerca del corazón de Dios.
"Acerquémonos confiadamente al trono de la gracia y recibiremos el oportuno socorro" 
La Palabra de Dios es una poderosa herramienta con la que contamos para vivificar nuestro espíritu con ese nuevo aire puro convertido en maravillosas promesas que son para todos.
Todas ellas escritas en la Biblia.
Promesas selladas para nuestra vida cuando las tomamos, las confesamos y las respiramos a diario como un recordatorio de que nunca nos deja.

Un recordatorio de que  no estamos solos.
El Padre Celestial siempre está alrededor… como el aire.
Más cerca de lo que en realidad nos percatamos.

Es momento de inhalar sus promesas para fortalecer nuestros pulmones.

Es vital recordar que aún cuando todos se han ido, Dios permanece a nuestro lado así como Su Palabra permanecerá porque así nos lo prometió:  

El Cielo y tierra pasarán pero mis palabras jamás pasarán.” Mateo 24:35
En nuestro espíritu podemos entender que aún cuando creemos estar solos, realmente podemos ser guiados por Su presencia y su dulce susurro si se lo permitimos. 

Aún cuando no tengamos ni la menor idea de cómo dar el primer paso, Él  nos guiará con ese nuevo aire que no solo oxigena todo alrededor, sino que lo revitaliza y lo renueva.

Nos refresca con su brisa cálida y serena.
Refresca nuestro espíritu.

El Espíritu Santo vendrá cuando el corazón no puede más y cuando sientes que el oxígeno se disipa, 
se acaba... 
Para enseñarte que jamás te dejará.
Para enseñarte a orar y conversar con Él.
Para enseñarte a usar Su palabra en cada oración y su aire en cada nueva canción.





Inhala…
Jesús vendrá para hacer todo nuevo y crear nueva vida en el interior, una  nueva obra celestial que correrá por todo tu organismo limpiando todo tu ser.

Exhala…
No hay que temer. Tan solo confiar.

Invítalo, espéralo, confía.
Aprende a respirar un nuevo aire. Aprende a respirar la quietud de Su presencia.
Como un suave murmullo, llegará.
Como se le mostró a Elías en la Biblia.


“Y he aquí que el SEÑOR pasaba. Y un grande y poderoso viento destrozaba los montes y quebraba las peñas delante del SEÑOR; pero el SEÑOR no estaba en el viento. Después del viento, un terremoto; pero el SEÑOR no estaba en el terremoto. Después del terremoto, un fuego; pero el SEÑOR no estaba en el fuego. Y después del fuego, el susurro de una brisa apacible.” 

( 1Reyes19: 12)

Sabrás que está ahí cuando el temor desaparece, cuando entiendes que ese lugar es seguro, cálido y es un lugar que tu alma reconoce con facilidad porque es tu hogar.
Su Presencia es Tu hogar.
Es ese lugar en el que inevitablemente quieres permanecer, donde quieres quedarte.
Donde encuentras seguridad y aceptación y desde donde descubres que las ventanas siempre están abiertas.
Su presencia como una fresca brisa de aire nuevo que transforma la vida del corazón que le busca y lo honra.

Su Presencia, 
aire nuevo, 
nuevo aire...
Cada día.


Respira ese aire nuevo y disfrútalo hoy. Y si no sabes cómo hacerlo, esta  oración podría guiarte y una  canción de adoración también.

Es cuestión de disponer el corazón para Dios
y dejar que su suave y fresca brisa, te abrace el espíritu y también el corazón.

Oremos….



"Padre Celestial, deseo con todas mis fuerzas acercarme a Tí, conocerte y respirar de tu presencia para que mi vida pueda ser transformada por el poder de tu gracia. 
Guía mis pasos y enséñale a mi corazón a través de tu Palabra todo lo que necesito aprender para crecer día a día y estar cerca del aire nuevo que renovará mi alma y mi Espíritu y que solo viene del Espíritu Santo de Dios.

En el nombre tu hijo amado Jesús. AMEN."




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