La hamaca y yo. Por Paola Troz



La deliciosa sensación de encontrarse con una hamaca y poder mecerse en ella es única. Te invita a descansar  y relajarte. Ni  que decir si estás en una playa o en un campo abierto donde la brisa fresca te arrulla y hasta puedas tomar una deliciosa siesta.


En una  hamaca  todo el  peso del cuerpo se desprende  en un sencillo diseño de  tela. 

Confiamos en su diseño y en las bases de las que se amarran.  Sabemos que tienen la capacidad de sostenernos y nos  soltamos con tranquilidad en busca de comodidad y confort

Al pensar en una hamaca por lo general la relaciono con confianza.

La confianza y yo tenemos un tema importante, porque la verdad es que para mí nunca es fácil depositarla en las personas o la circunstancias alrededor. 
Por supuesto  que una mujer tan desconfiada y precavida como yo, usualmente antes de ejecutar el  ritual de placer con la hamaca, verifica estrictamente que  tenga un buen amarre y unas bases  bien seguras.



Las hamacas bien amarradas y Dios se me parecen mucho.




Dios  nos guarda en el hueco de su mano y eso me hace pensar  irremediablemente  en la hamaca meciéndose con cuidado y ternura, cual cuna de bebé resguardado.

Muchas personas en nuestra vida  podrán fallarnos continuamente y hasta dañen esa confianza que se les brindó con tranquilidad en algún momento, pero con  Dios no funciona de la misma manera. 

Cuando buscamos y hallamos la Presencia de Dios, no podemos darle lugar a nuestros temores más humanos y limitantes en nuestra vida espiritual pues al depositar nuestra confianza en Él, todo cobra sentido.
Nuestra esperanza revive y sabemos que tendremos respuestas seguras que garantizan ese descanso y confort  del alma necesarios para seguir viviendo, seguir luchando y seguir confiando en El amado Padre Celestial que Jamás  fallará.

Sus amarras Nunca fallan!

El  jugoso descanso sin duda será Su palabra, porque nos alimentará el espíritu cuando más hambre y sed tengamos.

Su palabra saciándonos , y descendiendo en medio de nuestro descanso como cálida brisa que refresca y alienta en medio de nuestra decisión de confiar en Dios.

 Confiamos en Dios cuando todo alrededor pareciera estar en nuestra contra, o cuando estás en el punto del " no saber" qué sigue.

Confiar en Dios también adoración y lo honramos cuando confiamos en él y no cuestionamos lo por venir porque sabemos que estamos en el hueco de Su mano.

Al hacerlo, la sensación que se percibe  es deliciosa, como al depositarme toda en una  hamaca  placentera.

Confianza y placer total!


La confianza en Dios nos  refrescará para tener nuevo ánimo,  y retomar nuevas fuerzas…

Con Su Palabra, viva y eficaz.

Su descanso…maravilloso y dulce refugio.

El  Padre Celestial jamás nos dejará caer, jamás traicionará nuestra confianza,

  jamás nos fallará.


Porque Sus bases son firmes, reales y  tan duraderas como  la misma eternidad.

Deposita toda tu vida en sus brazos de amor  y descansa !





“El Señor eterno es tu refugio, por siempre te sostiene entre sus brazos”  Deut 33:27



¡Señor decido confiar en ti con cada detalla de todo mi ser!


Comentarios

Entradas populares