Quietud y las 5 piedritas.


Aprender a vivir una vida de quietud en un mundo como el de hoy parece tarea casi imposible.

Todos corren por distintas razones o por distintas motivaciones.

El tema es correr por algo porque siempre se está contra tiempo por alguna razón.

De ahí la importancia de detenerse a analizarlo y preguntarse a uno mismo ¿estoy siendo feliz en esta constante carrera contra los 1440 minutos que tiene un día?

 

 

La quietud es parte del balance y la armonía que como hijos de Dios debemos aprender a practicar diariamente en nuestro interior. “Estad quietos y conoced que yo soy Dios” Salmo 46:10 , pero de repente puede convertirse en todo un reto con las presiones que se enfrentan o las situaciones que salen de nuestro limitado y humano control.

 

Durante estas vacaciones de fin de año visitando a mi hermano y su familia noté que en el escritorio de su oficina tenía unas piedras de diferentes tamaños, formas y colores que ha venido recolectando de sus viajes personales. Eso de recolectar piedras también lo solía hacer mi abuelo Orlando y por eso me llamó la atención.

Sin embargo, mi hermano las tenía puestas piedra sobre piedra, una sobre otra en grupos de 5 decorándole su oficina al mejor estilo rock balancing y se veían súper lindas. Ahí estaban sus piedras como desafiando la gravedad y con su significado de caminos recorridos.

 

Una tarde estaba sola en la casa y decidí tomar prestada su oficina, así que mientras revisaba en mi computadora una información, accidentalmente se movió todo y literal boté todas las piedras. El tema no era que se hubieran caído todas, el tema era cómo las volvía a alinear como estaban antes de mi desastre, detalle que ni había notado antes.

 

Tuve que dejar todo lo que iba a hacer para remendar mi accidente, pero para mi sorpresa no era una tarea sencilla y lograr poner piedra sobre piedra se volvió en toda una enseñanza de paciencia para mí.  En ese momento me preocupé y la verdad es que con costos pude alinear dos, pero no estaba quieta, estaba preocupada y lo único que quería era solucionar lo antes posible para seguir con lo que debía terminar.

 

Creo que así nos suele pasar en la vida con más cosas de las que nos damos cuenta. No tomamos el tiempo necesario primero para detenernos, observar con claridad nuestro entorno y luego accionar. Además, es vital comprender que accionar no necesariamente implica hacer algo contra tiempo. Hemos creído la mentira de que para todo debemos apurarnos y todo debe ser para ya.

 


Con Dios y muchas veces con nuestro crecimiento o desarrollo espiritual o emocional es parecido. Cada minuto de vida que tenemos es una bendición. Un regalo que tenemos una vez en la vida y que quizá no vuelve y no lo apreciamos como es debido por tener que correr tanto.

 

He aprendido desde una de las pérdidas más grandes que he tenido que enfrentar, que vivir es un privilegio que muchas veces pasamos por alto y cada respiro debería ser una razón para agradecer y aprender a detenernos para observar más de la belleza y del amor que nos rodea.

 

Estar quietos nos enseña a depender más del plan y de la voluntad de Dios en nuestro caminar en la vida.

 

Es necesario entender la importancia de respetar los tiempos que tomen los procesos de cada circunstancia y eso tampoco es tarea fácil para nadie. Es parte de la formación y ese músculo que solo se desarrolla permaneciendo quietos y entendiendo también que quietos no es no hacer nada, sino más bien la oportunidad para depender más de Dios y de sus tiempos perfectos.

 

Incluso muchas veces debemos aprender a quitarnos de en medio para que Dios pueda ser Dios y hacer lo suyo. No estorbarle es vital para ver resultados divinos.

 

Creo que a mi hermano cada una de esas piedritas que fue recolectando en sus experiencias personales le permitió llevar con él recuerdos de un momento muy especial hasta su hogar.

Quizá para mí no sea recoger piedritas en el camino sino más bien tomar y recolectar fotos de lo que me llama la atención en mis viajes o experiencias personales. A veces quisiera como que mis ojos pudieran fotografiar lo que he aprendido a observar donde quiera que estoy y tener una librería de momentos que solo así siento puedo conservar conmigo siempre.

 

Siempre estoy observando todo, pero de eso se trata, de disfrutar de la manera que más se parezca a nosotros mismos al máximo lo que está en nuestro metro cuadrado y así ir recolectando tesoros que traigan balance a nuestro corazón y a nuestro crecimiento personal en el viaje de la vida.

 

Es probable que hoy estés pensando cómo solucionar lo que tanto te preocupa o te angustia, pero que eso no te robe tu balance interno, ni la paz tan maravillosa que da buscar la presencia de Dios en quietud y en confianza. 

 



                                         En quietud y en confianza será tu fortaleza. Isaías 30:15

 

 

Es en la quietud como Dios enseña a encontrar su voluntad y reconocer cuáles son los siguientes pasos para dar, además de que es ahí donde te puede mostrar el camino. Date un espacio cada día para estar quieto y conocerte, balancearte por dentro y conocer quién es tu Dios.

 

Creo que en mi balance interno cada día mis 5 piedritas se llaman: paz, esperanza, oración, confianza y fe.

 

Con las piedras de mi hermano es su oficina, le confesé mi desastre que además obviamente iba a notar, pero me propuse dejarle las piedritas ordenadas antes de irme, lo cual no fue de inmediato, pero al final y con mucha paciencia tras días de irlo intentando, lo logré.👏💃😉



 

 

Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió. Hebreos 10:23


Y solo en él y en sus promesas encontramos la quietud y el balance que nuestro ser necesita para ver lo que ahnelamos.

 

 

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