Ser amiga. Por Paola Troz
Andrés mi hijo, está creciendo. Se encuentra en una nueva etapa en su vida.
La famosa pre-adolescencia.
Una etapa en la que todos en la familia debemos aprender a crecer y donde debo aprender a extenderme en mi rol como mamá desde una nueva perspectiva.
Una etapa donde Su corazón debe cuidarse con más cautela; y su integridad espiritual también.
Recuerdo que cuando Andrés estaba pequeño, como de tres años, era bastante inquieto y me cansaba muchísimo su sobredosis de energía.
Terminaba el día agotada y sin fuerzas para nada más; así que una amiga muy querida me regalo un pequeño libro de bendiciones con pasajes bíblicos para leérselo y declarar ambos sobre su vida mientras dormía, todas las noches.
Terminaba el día agotada y sin fuerzas para nada más; así que una amiga muy querida me regalo un pequeño libro de bendiciones con pasajes bíblicos para leérselo y declarar ambos sobre su vida mientras dormía, todas las noches.
Eso hice casi que religiosamente cada noche. A medida que pasaban los meses y luego los años pude ver literalmente como cada palabra declarada y respaldada por los pasajes bíblicos cobraban vida en el temperamento y carácter de mi hijo.
Vi la mano de Dios transformando, sanando y moldeándole . Vi los frutos de esa valiosísima inversión espiritual en su vida.
Frutos que disfruto hoy.
Alumbrar sus pasos es mi función maternal de amor, porque voy comprendiendo que se acerca más que nunca la hora en que sus decisiones las tomará él por su cuenta, así como las consecuencias también.
Se acerca más que nunca el tiempo en el que sus alas comiencen a extenderse para que mis ojos sean los primeros testigos de ese vuelo.
La adolecescencia ya no solo es es el tiempo para formar, sino para iniciar la cosecha de los frutos de amor y esfuerzo que se entregaron durante su niñez.
Es el tiempo de contemplar como corren ahora por el camino de fe que desde niños les enseñaste a amar.
Es escuchar la palabra de Dios y el Nombre que es sobre todo nombre pronunciado y deseado desde sus labios y desde sus propias elecciones de vida.
Cada día oro pidiéndole a Dios sabiduría, pues es mi amiga más estimada para avanzar durante los próximos años.
Sé que con ella a mi favor, el temor y la duda simplemente se disiparan por completo.
Su Palabra me recuerda en cada paso que el amor de Dios echa fuera todo temor.
“En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor, porque el temor involucra castigo, y el que teme no es hecho perfecto en el amor.” 1 Juan 4:18
No temeré, tan solo confiaré cimentada en el amor más grande. El amor de Jesús.
Es factible que en muchas ocasiones no sepa qué hacer o cómo reaccionar ante eventos que jamás haya vivido como mamá en una época como la que enfrenta la sociedad hoy, pero también es cierto que poseo a mi alcance el amor más maravilloso como herramienta valiosísima para poner en práctica, pues en ese amor procuro yo como mujer, esposa, hija y madre desarrollarme día a día.
Como madre mi dependencia en Dios crece, pues necesito desesperadamente Sus consejos de amor y de amistad.
En esta etapa descubro más que nunca la importancia de la amistad bien cimentada.
La amistad real, genuina y verdadera.
Ser amiga no solo es parte de mi rol de Hija del Padre, sino que tambien es parte de mi rol de mamá en esta tierra.
Ese rol que ahora se extiende porque le nacen nuevos brazos de amistad, paciencia y crecimiento espiritual.
Tengo algo muy claro en el proceso:
¡Entre más cercana sea mi amistad con Jesús, mejor amiga de mi hijo podré ser!
En esta etapa, mi Padre Celestial también me enseña en su infinito amor que estará ahí para alumbrar el camino en todo momento.
Él me alumbra para poder así alumbrar.
" La luz se esparce sobre los justos, y la alegría sobre los rectos de corazón"
Salmo 97:11
Es Su promesa.
A las madres Dios nos guía para guiar, y nos fortalece en el camino para aprender a soltar confiando que Él los guardará. En Su luz y bajo Su sombra protectora.
Por eso necesitamos desesperadamente de Su amistad y guía. Es nuestro aliado perfecto.Siempre listo para aconsejar, instruir y mostrar el camino. Con el consejo, el consuelo y la herramienta perfecta de Su Palabra al alcance de nuestra mano y al alcance de la manos de nuestros tesoros también.
Jesús, con Su amor y amistad se convierte en la mejor herencia que le podemos brindar a nuestros hijos.
Su Espíritu Santo, la mejor fuerza para ayudarlos a volar y avanzar.
La Palabra de Dios, el mejor manual que en sus vidas podrán estudiar.
Leía la Biblia y me encontré con varios versículos del Salmo 25 que me impactaron de una manera muy especial, porque los pude percibir como una ayuda vital para lo por venir.
Son como los pasos a seguir que nos enseña David el Salmista para provocar una relación más profunda y confiable. Una relación de amistad con nuestro Padre Celestial…
Son como los pasos a seguir que nos enseña David el Salmista para provocar una relación más profunda y confiable. Una relación de amistad con nuestro Padre Celestial…
Una relación que quiero cultivar igualmente con mi hijo Andrés como el mejor modelo. El que la Biblia me muestra.
El Señor nos muestra el camino correcto a seguir si se lo pedimos en oración y con un corazón dispuesto, para así enlazarnos a Él en pacto como sus hijos, procurando vivir vidas que le honren en todo momento.
¡Luego al saber cuan confiables podemos ser, nos da el más grande regalo que podemos recibir, un TESORO Mayor
Su Amistad!
" Señor, hazme conocer tus caminos; muéstrame tus sendas. Encamíname en tu verdad, ¡Enséñame! Salmo 25:4
"Todas las sendas del Señor son amor y verdad para quienes cumplen los preceptos de su pacto". Salmo 25:10
"El Señor brinda su amistad a quienes le honran, y les da a conocer su pacto.
Salmo 25:14."
Cuando amamos no podemos ver las normas como una obligación imposible de llevar a cabo; las vemos más bien como una manera de decidir lo que es mejor para nosotros porque nos ha sido dictado y mostrado por gracia y misericordia.
Es lo que verdaderamente nos hace bien y nos guardará de todo mal.
En amor, no en temor, aprendí a entregarme a Dios con todo mi corazón, y ese mismo amor es el que procuro trasladarle con mis actos al ser más importante que el Padre me ha confiado.
Andrés mi hijo.
Valiosísimo tesoro.
Andrés ayudándome a lavar los platos.
Juntos hemos pasado muchas circunstancias pero en todas hemos visto la mano de Dios a favor nuestro. Sosteniéndonos, amándonos y alumbrando con su luz perfecta para saber cual es la senda correcta a tomar.
Hoy sigo confiando que Su luz nos guiará
nos conducirá.
Hoy como mamá sigo invirtiéndo espiritualmente en la vida de mi hijo.
Escucho sus inquietudes y sus necesidades y lo que le molesta de mi misma.
Escucho cuál es su opinión y me dejo instruir por ella, pues desde su punto de vista me sorprendo la mayor parte de las veces.
Sigo bendiciéndole cada día y declarando palabras de victoria, libertad en Cristo y sanidad sobre su vida.
Hoy más que nunca tiene toda mi atención, quiero ser su amiga y quiero que sepa de donde viene el ejemplo de nuestra amistad, de la fuente de vida, nuestro Padre celestial.
Oro desde ya por su futura esposa y por mis futuros nietos. Oro porque El Señor cumpla Su propósito establecido en su vida y que él no se desvíe ni a izquierda ni a derecha del plan que Dios trazó para él.
Oro porque en cada tormenta, pueda aprender a caminar sobre las aguas y tan solo busque los ojos de Jesús.
Oro por ser amiga de mi hijo y así conquistar su corazón día con día.
¡Sé que eso es tierra fértil en el cielo,
Ser amiga es ser mamá.
Ser amiga es ser hija del Padre,
Ser amiga cada día dará un fruto CELESTIAL!
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