El descanso del ciervo. Por Paola Troz
Dependemos de ella a diario, y una gran parte de nuestro cuerpo está compuesto por ella. El agua es mucho más que una necesidad básica: es un elemento vital que sustenta nuestra vida y la de innumerables seres en la naturaleza.
En medio de un frondoso bosque, el ciervo sabe que su supervivencia depende, en gran parte, de encontrar momentos de calma para acercarse a las aguas tranquilas y saciar su sed. Sin embargo, para este animal, esos momentos de quietud son escasos. La constante amenaza de los depredadores lo mantiene alerta, dificultando su acceso a la serenidad que tanto necesita.
Hay momentos en los que la vida se siente como un depredador al acecho, siempre al pie del cañón, sin darnos tregua.
Parece que vivimos rodeados de cazadores todo el tiempo y más que nunca necesitamos un respiro, un lugar seguro donde calmar la sed y alejarnos, aunque sea un momento, de tanto peligro.
así suspira por ti, oh Dios, el alma mía” Salmo 42
Ese lugar seguro adonde podemos acudir cuando nuestra fuerza se agota.
Cuando necesitamos descanso y recuperar nuestras fuerzas para seguir adelante así como el ciervo, basta con que clame nuestra alma para encontrar esas aguas frescas, abundantes y servidas para nosotros sus hijos sedientos.
Buenas dádivas tiene Dios para sus hijos siempre.
"En verdad, Dios ha manifestado a toda la humanidad su gracia, la cual trae salvación y nos enseña a rechazar la impiedad y las pasiones mundanas. Así podremos vivir en este mundo con justicia, piedad y dominio propio, mientras aguardamos la bendita esperanza, es decir, la gloriosa venida de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo" .
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