La luz de tus ojos. Por Paola Troz.

Manejé sin detenerme.
Las luces rojas de los semáforos tardaban más de lo usual y mi corazón palpitaba como con prisa.

Tenía prisa.
Prisa de llegar a tiempo, prisa de lograr entrar, prisa de poderte hablar y quizá y si tenía suerte de hasta poderte tocar.

Que no se apague aún…Una vez más, tan solo una vez más…
Sonreí orgullosa  al lograr vencer los obstáculos inútiles que jamás lograrían detenerme, porque si que estaba dispuesta a brincar murallas y burlar guardas insensibles   para sentir tu calor aunque fuera una vez más…

Tan solo una vez más.
El tiempo se detuvo al encontrarme cara a cara contigo y logré  alcanzar mi máximo objetivo: El brillo de  la luz de tus ojos mirando los míos. Respiré profundo como nunca antes…

Cuanto anhelé escuchar tu dulce voz, tu beso en mi frente, cuanto anhelé tu bendición de siempre…Pero eso hubiera sido algo ambicioso. Por eso agradecí desde lo más profundo de mi alma la luz,  la de tus ojos, porque ella me expresaba las palabras necesarias para calmar mi inquieto corazón en un momento de tanto dolor.

Sonreí al verte  como  queriendo traer hasta esa fría cama de hospital algo familiar para ti pero para serte  sincera, mi sonrisa no fue honesta.
Soy terrible actriz y aunque intenté,  no pude esconder  las  lágrimas que me delataban por momentos,  por más que lo intenté, por más que las traté de contener,  te diste cuenta y me descubriste.

Tu luz alcanzó a verlas, tu luz  no las dejó solas y en nuestras lágrimas nació un lenguaje nuevo que desconocíamos los dos porque ambas miradas entre lágrimas y sonrisas falsas se unieron con tanto amor...

Una frase venía a mi corazón, “ Tu luz y tu verdad me guiarán, me conducirán a Tu Santo Templo y a  tus moradas” y aunque no quería decirla sabía que debía hacerlo, debía recordártela entre tantos momentos de oscuridad…
Abuelito: Sé que no tienes temor, le dije, porque  “Su Luz y Su verdad te guiarán, te conducirá a SU santo Templo y a Sus moradas”…. Ese maravilloso lugar  del que conversábamos sin parar.

Ese maravilloso lugar donde la eternidad nos dará morada y que ahora cobra un nuevo sentido para mi alma, y otra razón más por la que quiero llegar hasta allá.

Esa eternidad... el lugar de nuestros sueños,  ese maravilloso lugar donde nuestros corazones volverán a enlazarse, y esta vez sin miedos, sin tiempo ni  dolor  o  lágrimas en nuestros ojos.

Ese lugar donde espero con el alma volver a escuchar tu voz, donde espero volverte a ver porque sé que te  encontraré…  y sin duda alguna te reconoceré… por la luz de tu mirada.

Hoy las puertas de los cielos se abren para ti abuelito  amado y pilar espiritual de mi familia. Hoy estás adonde perteneces y mereces estar.   
Hoy te mudas a Tu nuevo hogar, al hogar del Padre Celestial,  Y te prometo que mientras nos volvamos a encontrar le seguiré sirviendo en esta tierra a nuestro amado Padre Celestial al cual Tú me enseñaste a amar.

Su Luz y Su verdad te guiarán, te conducirá a SU santo Templo y a Sus moradas”…. 
( salmo 43:3)




Orlando Diaz Badilla, mi amado abuelito, disfruta tu nuevo hogar!

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